Com sempre, el nostre diputat al Parlament Antonio Robles l'encerta de plè.
Un fantasma recorre España, es el fantasma de la disgregación. Ha nacido de una irrefrenable exaltación de las más extravagantes tradiciones. Lo mismo sirve la raza de un burro, como la apropiación del origen de Colón. No importa que sean ridículas o inútiles, sólo que sirvan para diferenciarse y afirmarse frente a la voluntad de una Constitución común de ciudadanos libres e iguales. Empezó en Cataluña, se extendió al País Vasco, más tarde a Galicia y ahora no hay pueblo alguno en España donde no surja un minero cavando el pasado para extraer señas de identidad capaces de dar el pego. Es una estampida de ilusos enloquecidos por sacralizar un territorio, una lengua o un traje regional de lentejuelas ridículas. Posee, a la vez, la característica de cualquier moda adolescente del más estúpido consumismo y del peor conservadurismo del siglo XIX. En uno y otro caso, el egoísmo. A esto le llaman su derecho a decidir.
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