domingo, 11 de junio de 2006

A pleno Sol

JORDI BERNAL

El título con aroma Highsmith es demasiado bueno para pertenecer a mi cosecha. Me lo cede Arcadi Espada de vuelta a Barcelona. Aunque entre sus sugerencias no falta la comparación de su efigie con gafas negras y Tom Ripley/Alain Deloine. Me parece excesivo, la verdad. Muy oportuno, Xavier Pericay enfoca el sintagma hacia la descripción climática de la canícula en la plaza Constitución de Gerona a mediodía y la interpretación metafórica del medio millar de ciudadanos que hoy se ha presentado a pecho descubierto para aplaudir y corear “Libertad”, “Libertad de expresión, “No nos callarán” y “Sí, sí, sí, Ciutadans ya están aquí”. Antes, claro está, hemos llegado en coches camuflados. De ventanillas ahumadas el vehículo que conducía a Albert Boadella, Arcadi Espada, Xavier Pericay y la periodista Victoria Prego. El dispositivo de seguridad de la organización ha sido de una profesionalidad impecable. Parece ser que los mossos, por su parte, han aprendido a marchas forzadas y hoy se han negado a hacer el ridículo. Unos antidisturbios controlaban a la cincuentena de nacionalistas que enarbolaban trapos y exageraban sus gritos atiplados en los aledaños de la pétrea plaza.

Pero si vamos por partes, la secuencia nada tiene que envidiar a una minuciosa escena de las novelas de espionaje de Le Carré. A la salida de la autopista, un miembro de la organización de Gerona nos ha guiado hasta unos aparcamientos de unos grandes almacenes a las afueras de la ciudad. Allí dos coches nos han conducido hasta el parking subterráneo de la plaza Constitución. A estas alturas, Victoria Prego rememoraba los tiempos de la clandestinidad. En todo momento, la seguridad de Ciutadans ha suplido las alarmantes carencias del Estado: o sea ofrecer seguridad al ciudadano.

En el soleado mediodía, un escenario recubierto por los lemas de la campaña de Ciutadans con música ambiental de Joaquín Sabina. No hay que olvidar que ese Verlaine de Lavapiés no escatimó unos renglones contados de extraordinarios ripios a Boadella y Ciutadans. Suena “69 punto G”. Un buen título. Momentos de la prensa. Cámaras y acción. Acto seguido, José Manuel Villegas, que padeció los insultos de los maulets, abre el acto de repulsa. Fija su atención en la particularidad del insulto “inmigrante”. Después de señalar la peculiaridad de que uno de los insultadores llevara una camiseta con el lema “Stop racismo”, subraya su condición de hijo de inmigrantes: “Sí, y a mucha honra, coño”. Si uno mantiene unos lazos sentimentales con España es, entre otras cosas, porque la chulería torera me resulta muy próxima. Y admirable.

Albert Boadella enciende un puro. Aspira el humo feliz. Parsimonioso. Habla de la satisfacción de un buen cigarro. Una satisfacción reservada a los instantes de felicidad. Una comida sobresaliente o una corrida en la que el toro sale bravo. O el torero diestro. Yo no sé. En todo caso, muestra su satisfacción por el acto emotivo. Verdaderamente, si buscamos un calificativo raudo, la emoción no puede ser ajena. Glosa los días, hace de ello treinta años, aunque en el rostro de Boadella siempre refulge un rictus de joven pícaro, en que unos teatreros gritaban en la puerta de la delegación del gobierno de Girona: “Libertad de expresión”. Habían detenido a un actor por representar una sátira de hiel. “La Torna”, llevaba por título. Treinta años no es nada. Sin embargo, Boadella dijo sentir más miedo ahora que entonces, pues “percibo el miedo de la gente a decir lo que piensa”. El rodillo nacionalista.

Arcadi Espada no escatima talento de Ripley a la hora de fijar las diferencias entre los nacionalistas de los trapos y Ciutadans. El gélido juego mediático se afana en situar a los maulets y a Ciutadans como los extremos de la misma línea: igualando moralmente a víctimas y agresores. Espada, en apasionado discurso, pidió que se revisaran los términos de la comparación, puesto que la línea une a los nacionalistas. Ellos son los que comparten creencias y sumisión a la patria. El momento más emocionante llegó cuando el escritor se refirió a una esquina del pueblo de Leiza en el País Vasco donde una docena de personas se congregó para homenajear a un guardia civil asesinado por ETA en 2002. Seis de ellos eran escoltas. Espada dijo que, en Cataluña, mientras existan los Ciutadans ni un palmo de tierra estará vedado a ningún ciudadano. Tuvo palabras de agradecimiento para los miembros de la Agrupación de Gerona que el pasado lunes mostraron una actuación heroica ante el acto vandálico de los nacionalistas. También quiso criticar las palabras del conseller Joan Saura legitimando los insultos recibidos por Rajoy en Hospitalet.

No faltaron los que pasando del inexistente AVE y los pollos del puente aéreo viajaron en moto como acto de fraternidad desde Madrid. De Francia también vinieron. Y nadie supeditó el coraje a la resaca o a los bikinis en pantalla cinemascope de la Barceloneta. Si no tuviera impecable titular de negras y a la vez diáfanas intrigas, esta crónica vendría encabezada por el escueto “Emocionante”.

Girona, 11 de junio de 2006

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